por Anna Madrigal
No recuerdo haber pensado mucho en mi herencia mexicana durante mi infancia en San Antonio. Quizá porque todo el mundo a mi alrededor tenía el mismo aspecto. Pero una noche me cambió.
Estaba en un pequeño pueblo mexicano visitando a mi abuela. La ciudad parecía congelada en el tiempo. Calles empedradas. Sin semáforos. Más caballos que coches. La iglesia de estilo barroco estaba en el centro del pueblo, y era el corazón de la comunidad. Cerca estaba la plaza, un patio donde se podía encontrar a jóvenes tortolitos paseando tranquilamente acompañados de sus chaperones. Esa noche iba a haber una gran celebración. No sabía mucho más, aparte de que la procesión pasaría por la calle de mi abuela. Esperé en la puerta principal hasta que oí la música.
Casi no podía asimilarlo todo. Contra el cielo oscuro había un mar de velas que iluminaban el camino. Mujeres vestidas con coloridos trajes poblanos pasaban a mi lado con elegancia, sus hermosos rostros esqueléticos enmarcados por coronas de caléndula o velos. Entre las mujeres había músicos, bailarinas y cantantes. A medida que nos acercábamos al cementerio, un hombre empezó a tocar una inquietante melodía con su guitarra. Una mujer empezó a cantar lo que descubrí que era una vieja canción popular llamada "La Llorona ", y que estábamos celebrando el Día de los Muertos.
El Día de los Muertos no debe ser un día triste. Es un día en el que celebramos y recordamos las vidas de los seres queridos perdidos. Les construimos un altar. Comemos sus platos favoritos y compartimos nuestros mejores recuerdos. Nos burlamos de la inevitabilidad de la muerte decorando nuestros rostros con calaveras ornamentadas. Cantamos sobre la muerte hasta que nuestras voces liberan nuestro dolor como una catarsis: canciones como "La Llorona".
"La Llorona" transmite el anhelo y el lamento del amor perdido. Es lúgubre y macabra. La letra es poesía. A lo largo de los años, he escuchado muchas versiones de esta canción, tanto de cantantes masculinos como femeninos. De hecho, las versiones más populares son las de cantantes femeninas. Desde la voz grave y dolorida de Chavela Vargas -amiga íntima y supuesta amante de Frida Kahlo- hasta la delicada y rica voz de Angélica Aguilar, hija del famoso cantante mexicano Pepe Aguilar, ganador de un Grammy.
Sea cual sea la versión que encuentre, cada vez que oigo "La Llorona ", me transporta a aquella noche en el pueblo que el tiempo olvidó, rodeada del aroma de las velas encendidas y la caléndula. La noche en que descubrí mi cultura.
Éstas son algunas de mis versiones favoritas de esta canción