El lunes 1 de mayo, Jordan Neely subió a la línea F en dirección norte. Empezó a decir a los pasajeros que tenía hambre, sed y que no tenía un lugar seguro donde dormir por la noche. Los pasajeros le ignoraron. Frustrado, empezó a gritar y tiró su chaqueta al suelo. Jordan Neely fue derribado al suelo por otro pasajero. Lo mantuvo asfixiado durante casi 15 minutos, el doble del tiempo que Derek Chauvin estuvo arrodillado sobre el cuello de George Floyd. Algunos pasajeros miraban. Otros animaban. Algunos alabaron y animaron al hombre que le mató.
Mayo es el mes de la concienciación sobre la salud mental. El asesinato de Jordan Neely es un desgarrador recordatorio de que nuestros vecinos sin vivienda no tienen salidas seguras ni espacios aislados para desahogar sus frustraciones. No tienen más remedio que expresar su dolor en público. A nosotros no nos queda más remedio que ser testigos de su sufrimiento. No sabemos si Jordan Neely sufría una crisis mental. Pero exigir ser visto como un ser humano digno de ayuda no debería ser un delito castigado con la muerte. Tampoco debería serlo sufrir una crisis de salud mental en un país donde muchos carecen de vivienda o asistencia sanitaria. Jordan Neely debería haber tenido acceso a los recursos que necesitaba. Jordan Neely debería seguir vivo.
Algunos funcionarios y medios de comunicación siguen compartiendo la narrativa de que las personas sin hogar son intrínsecamente peligrosas; que los hombres negros que expresan su ira son una amenaza. Seguimos viendo cómo se contiene por la fuerza y se mata a las personas que corren más riesgo en nuestras comunidades. Es más fácil culpar a un individuo como Jordan que admitir que nuestro sistema está fallando a los más vulnerables de nuestra comunidad.
Al igual que Jordan Neely, las personas sin vivienda en Austin se enfrentan a un sistema fallido. Se enfrentan a desigualdades que siguen haciendo inasequible nuestra ciudad. Les falla la falta de apoyo y financiación para programas que funcionen. Y fracasan si decidimos no hacer nada.
Como sociedad que valora la igualdad, debemos esforzarnos por garantizar que todos sus miembros tengan acceso a los servicios que necesitan. Esto empieza a nivel local. Austin es una comunidad innovadora y apasionada que cree en su gente. Juntos podemos encontrar soluciones nuevas y concienzudas para las distintas necesidades de nuestra diversa población, mejorando la vida de todos nosotros.
Family Eldercare cree apasionadamente que las personas que sufren la falta de vivienda, enfermedades mentales, injusticia económica e inseguridad alimentaria merecen ser atendidas con dignidad y atención informada sobre traumas. Estamos comprometidos en nuestra lucha para ayudar a las personas a obtener una vivienda asequible, obtener acceso a alimentos y agua, y para proporcionar a nuestros clientes servicios de salud mental compasivos e intencionales. Seguiremos defendiendo y amplificando las voces de los más marginados de nuestra comunidad, y luchando por un centro de Texas más habitable e inclusivo.